lunes, 27 de septiembre de 2010

Crisis sanitaria: Consecuencia de un sistema de salud politizado

En medio de este maremoto político, vísperas de las elecciones parlamentarias del próximo 26 de septiembre, pareciera estar de más hablar de la crisis de nuestro sistema de salud, el que vale destacar se aúna a la debacle que toca con profundidad a los distintos sectores operativo, jurídico, agroindustrial, alimentario y comercial del país, entre otros. El inestable escenario político es causa y consecuencia de lo anterior, y de eso no nos cabe duda.
            Con gran preocupación hemos visto el colapso de nuestro sistema nacional de salud, como en el breve tiempo una serie de enfermedades que se consideraban erradicadas, es el caso de la tuberculosis, el mal de Chagas, el paludismo o malaria y la Leishmaniasis, han vuelto para hacer mella en la población, dejando entrever una serie de falencias que inevitablemente estriban en las directrices políticas ejecutadas por el actual gobierno.
Así lo confirma la epidemióloga, Diana Rodríguez, coordinadora encargada del Departamento de Epidemiología del Hospital Universitario de Maracaibo (HUM), para quien el surgimiento de estas enfermedades como de otros problemas de orden sanitario y administrativo radican en el divisionismo que existe en el actual Sistema Nacional de Salud. “Tenemos por un lado a unos cinco organismo suscritos al Ministerio para el Poder Popular de la Salud, entre los que destacan el Seguro Social, la red Barrio Adentro, los Centros de Diagnóstico Integral (CDI); por otro lado, los asociados a las alcaldías y las gobernaciones, además del sistema privado. Eso hace que no sólo las información y comunicación entre los diversos actores se disperse, sino también los recursos”, agregó la médica.
Este fraccionamiento logra verse en los diversos estamentos del sistema de salud, en buena parte por la politización del mismo. En este sentido, los distintos organismos, debido a reducción de presupuesto y a diferencias ideológicas, han descuidado sus labores de vigilancia o de prevención, lo que también se denomina atención primaria. A esto se suma el aumento de la población pero no de los recursos, que siguen siendo los mismos de la década pasada; la desaparición de entes y la creación de otros que no han saldado las competencias de los anteriores.
Un ejemplo claro, fue el programa “Rancho por casa” que ejecutaron durante la mal llamada cuarta república, Malariología y el antiguo Ministerio de la Vivienda en mancomunidad, los que elaboraban un registro de las viviendas de las comunidades rurales con menores condiciones sanitarias, donde el chipo, el mosquito anófeles, las bacterias y los parásitos tenían mayor propensión, para ser sustituidas por casas. Ésta fue una manera de hacer prevención que logró mermar las estadísticas en los años 90, acotó la doctora Rodríguez, y que lamentablemente no siguió adelante tras los cambios de mandato.
Apreciaciones como las del doctor Reggie Barrera, epidemiólogo y coordinador del Programa de Tuberculosis, vertidas recientemente en la web de Informe 21, también tienen asidero y fundamento, cuando advierte que estas enfermedades, que se erigieron como pandemias en los siglos XVIII, XIX y hasta el XX, no habían sido erradicadas, sino controladas, en tanto no habían desaparecido del todo. El tema es que existen condiciones inmunológicas en el país actualmente que han provocado la reemergencia de estas enfermedades como la mala alimentación, el hacinamiento, factores socio-sanitarios, entre otros. Asimismo aseveró el galeno, que otro punto de inflexión es la migración de estos males del campo a la ciudad.
En  este sentido, Rodríguez y Barrera, apuntan a un mismo norte, en tanto ha habido fallas en las medidas de control a escala nacional que han traído como consecuencia el resurgimiento de estas enfermedades; no sin olvidar que la escasa comunicación entre los organismos encargados profundiza la crisis. Según la doctora Rodríguez, primero se enteran los CDI de la existencia de estas enfermedades que los sistemas regionales, por lo que es poco lo que se puede hacer si se ignora la aparición de una patología o  una enfermedad de este tipo.
La situación en el Zulia tiene sus ribetes, pues muy por el contrario de lo que afirmaba en declaraciones ofrecidas durante una entrevista en el canal del Estado la ministra para el Poder Popular de la Salud, Eugenia Sader, quien colocaba el estado entre los de estadísticas más críticas, asegura Rodríguez, que según sus registros no existen casos de mal de Chagas y de paludismo, salvo dos importados del estado Bolívar de este último. En el caso de la tuberculosis aún cuando se considera una enfermedad endémica y no erradicada, no ha aumentado sus índices en muchos años.
 No obstante, esta prácticamente nula coordinación entre los organismos de la salud, y los sectores veedores de la recolección de la basura y la potabilización de las aguas, entre otros, traería consecuencias adversas para la población. A tal punto que podrían dispararse afecciones comunes y prevenibles como la diarrea y las infecciones respiratorias.  No en vano ya ha comenzado a elevarse la incidencia de éstas en niños de uno a cuatro años, aunque por ahora lo índices de mortalidad por las mismas no hayan variado.

Hacia dónde se dirige la idiosincrasia del venezolano

          Si en algo coinciden los expertos en áreas como la sociología y la psicología es que, sin lugar a dudas, el venezolano ha dejado de ser el mismo desde hace diez años a la fecha, lo que puede o no ser coincidente con el tiempo que tiene el mandatario nacional, Hugo Chávez Frías en el poder.
El venezolano desbordante en optimismo y conocido por su folclórica viveza, descrito en las páginas del libro del psiquiatra y doctor en Ciencias de la Economía, Axel Capriles, titulado La Picardía del Venezolano o el Triunfo de Tío Conejo, se ha vestido hoy por hoy con el traje de la desesperanza y la incredulidad, un cambio innegable hasta para el más cauto, o el más despistado. La pregunta es qué ha ocasionado este cambio en la también  llamada por los psicólogos “conciencia colectiva” y si este cambio es producto del contexto que vivimos, o si nos están llevando a él.

La conciencia colectiva
La primera vez que me hablaron de consciencia colectiva, también llamada idiosincrasia o lo que algunos literatos denominarían en otros estadios como la personalidad, la sorpresa fue mayor al ver que era un término bastante empleado por estos días y, por cierto, de uso frecuente en los discursos del presidente de la República.
Como lo especifica la  psicóloga Elsie Altimari, la consciencia colectiva es un término que se acuña al padre de la sociología Emile Durkheim, quien la define en su obra titulada La división del trabajo, publicada en 1893: “El conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia”. En este sentido, la religión es un buen ejemplo, explica Altimari, ya que desempeña un rol importante al unir a sus miembros en torno a la creación de una consciencia común, a un conjunto de bases y normas solidarias. No obstante, desde el punto de vista social, la consciencia colectiva incluiría a muchos otros actores como las leyes, que representan un punto de inclinación, según la socióloga y docente de la Universidad Rafael Belloso Chacín, Miriam Bracho, como a las mismas instituciones públicas, la comunidad en la cual nos desarrollamos y la distribución territorial, entre otros estamentos de la estructura social. 
  Existen muchos textos sobre el tema, en Venezuela, son muchos los psicólogos que durante años se han afanado en describir la personalidad del venezolano como Axel Capriles y no dudaron en nombrar entre sus cualidades la picardía, el optimismo y el humor tan particular de nuestros coterráneos, pero es notable en muchos aspectos el cambio en el último tiempo.
Para María Elena Sánchez, médica psiquiatra y jefa de cátedra del cubículo de Psiquiatría y de la cátedra de Psicología de la Universidad del Zulia, ubicado en el Hospital Psiquiátrico de Maracaibo, el venezolano se había caracterizado por su alegría, por esa forma de ver la vida de manera optimista, en contraste, hoy logra verse a una sociedad deprimida, cada vez que puede el individuo intenta aislarse en su pequeño mundo, muy a pesar de los intentos de rescatar los valores comunitarios; y eso no es consecuencia sino del miedo, del miedo a salir de la casa, miedo a que nos suceda algo, la situación de inseguridad y delincuencia resulta ser un inhibidor, asimismo el factor económico.
Según manifiesta, los venezolanos en la actualidad están expuestos a un importante número de agentes estresores, como los problemas de orden económico, el problema de la inseguridad, etcétera, que produce un agotamiento de sus mecanismos normales de adaptación, definiendo la situación como abrumadora y que no pueden con ella, eso hace que el individuo se interne física y mentalmente.
Las tensiones eran saldadas antes con el entretenimiento y el tiempo de ocio que representaba un liberador de estrés, un drenaje natural; pero la misma inseguridad y la merma en términos económicos resultan ser determinantes en el aislamiento, cada vez tenemos más cargas negativas, agrega la doctora Sánchez.
La sensación de improductividad es otro factor determinante, la población tiende a sentir que trabaja cada vez más y obtiene cada vez menos, la percepción generalizada es que trabajan y trabajan y no les alcanza, no sabe cómo la va a reponer, eso hace que el venezolano pierda ese optimismo a ultranza que lo caracterizaba. “Hoy, a los médicos nos preocupa ver algo con mucha frecuencia, que es la desesperanza, éste es un signo muy grave, pues si uno pierde la esperanza, qué te queda… nada, sencillamente, se pierde el entusiasmo, la motivación”, acota la profesional de la Psiquiatría.
Es la esperanza, más allá de lo que involucra desde el punto de vista religioso o de fe, la que permite que el común denominador, que el individuo de a pie, siga trabajando en función del mañana, del futuro, porque existe la ilusión y el anhelo de cambio, de que las cosas, la situación en sí puede mejorar.

El escenario político, económico y social
Pero el escenario actual en Venezuela se nos muestra inestable, afirma la socióloga Miriam Bracho. El espectro se muestra lleno de gran turbulencia y con mucha incertidumbre, dado a que la realidad política ha generado problemas sociales, además de una seria crisis económica, vislumbrándose en el desempleo, en el incremento significativo de la economía informal, que alcanza un 55%, entre otros.
Organismos internacionales como la CEPAL, Comisión Económica para la América Latina y el Caribe, afirman, según cita un artículo publicado en El Universal el pasado 19 de julio, que aun cuando la economía latinoamericana y caribeña registrará una importante recuperación, la economía en Venezuela caerá 3% al término del año. En 2010 registra una inflación acumulada del 16,3%, la anualizada durante el presente año cerraría con una inflación de 35,3%.
Por otro lado, la seguridad ciudadana se ha convertido en tema de todos los días y la principal queja de los venezolanos en el último tiempo, los altos índices de delincuencia comparan a Venezuela con los países más anárquicos en la materia, como Haití y Suráfrica.
En terrenos de la salud, vemos cómo enfermedades como el paludismo, bilharzia, mal de chagas, tuberculosis, fiebre amarilla y dengue, que estaban virtualmente erradicadas desde la década de los 40, están reapareciendo en Venezuela con tal intensidad que ya reclama la intervención de organismos internacionales.
Desde que Chávez asumió el poder, el desempleo ha aumentado en un diez por ciento y se ha acentuado el deterioro del poder adquisitivo del bolívar y del ciudadano común.
A toda esta realidad, indiscutiblemente adversa, se suman una serie de temas de Estado y situaciones que han representado para los venezolanos un agotamiento mayor tanto físico como mental: desde el racionamiento eléctrico, la inestable legislación actual, los problemas ecológicos, como el del agua potable, lo que ha representado el escándalo de PDVAL y otras instituciones del gobierno.

Los trastornos mentales
Es una realidad que esta situación generalizada ha provocado el aumento de enfermedades psicosomáticas, coronarias, gastrointestinales: isquemias cerebrales, isquemia cardíaca, amenazas de infarto, de anginas, crisis de tensión, diabetes, este descontrol es provocado por el propio estrés del individuo. Según asevera la doctora Sánchez, esto puede verse con más frecuencia en adultos jóvenes de entre 30 y 40 años.
El factor económico es un detonante en la proliferación de enfermedades mentales, tales como la depresión, en la población masculina, en buena parte porque los hombres sienten que no están cumpliendo con su papel de proveedor del hogar. Las consultas por estos motivos, afirma la doctora María Elena Sánchez han aumentado. En las mujeres son más comunes los trastornos de ansiedad, al enfrentarse a la situación de inseguridad, al futuro que aprecia cada vez más incierto, hay temor consciente frente a la posibilidad de muerte.
Otro tipo de enfermedades son los trastornos de pánico, y las reacciones a situaciones de estrés, tras haber sido víctima de algún atraco o de algún acto vandálico o la misma sensación de indefensión.
Tras el aumento de estas enfermedades se ha disparado el consumo, la demanda y comercialización de medicamentos como antidepresivos, ansiolíticos y tranquilizantes en el país, aunque vale decir que es una tendencia que se vienen  registrando a escala mundial a raíz de la debacle financiera de 2007, como lo reseñan páginas de noticias extranjeras como 20 minutos de España, algunos blogs argentinos y estudios realizados en  la Universidad de Santiago de Chile; pero en el país las estadísticas brillan por su ausencia. Sin embargo, al consultar a una pequeña muestra de expendedores de la industria farmacéutica que prefirieron reservarse sus identificaciones, éstos aseguran que se ha registrado un aumento en la demanda de al menos un 20 por ciento, específicamente en medicamentos como: Clonax, Clonazepam, Altrazolam, Cetralina, etcétera. Esto debe representar un alerta antes de que la situación salga de control.
 
Ahora la Iglesia
Pero lo que faltaba era que el presidente se enfrascara en una arremetida contra la Iglesia, y específicamente en los últimos días contra el cardenal Urosa Savino, que según lo exponen en las páginas de Analítica.com, se debe en parte al descrédito que ha recibido por parte de la Iglesia, lo que ha provocado un notable descenso en la audiencia de sus programas, que ya venía siendo sostenido en el último tiempo y ello le ha asestado un duro golpe.
         Pero Chávez y tren de gobierno se sorprendieron con la movilización de todos los sectores, especialmente humildes, cuando se abrieron de nuevo las puertas de las iglesias manifestándose a favor de la Iglesia.
La Asamblea Nacional -el parlamento chavista- entonces cometió la torpeza de agredir verbalmente al cardenal Urosa Savino y ello provocó una nueva reacción en el alto clero.
Según algunos teóricos de la llamada contrarrevolución la obsesión del presidente Chávez es crear una iglesia venezolana. Siguiendo el ejemplo de Fidel Castro, el comandante-presidente ha fundado un Parlamento Bolivariano de Iglesias, especie de gran consejo de creencias folclóricas, sectas de santeros y hechiceros, se expone en analítica.com; pero también como el mismo Adolf Hitler, quien se consideraba un líder político y espiritual. Como es evidente, las iglesias históricas se han negado a participar en tan singular operación,
¿Será cierto que lo que Chávez quiere es que la llamada revolución bolivariana penetre en el clero y en los templos para concretar sus intenciones finales, que no es otra cosa que cambiar la consciencia colectiva, la idiosincrasia de los venezolanos y consolidar su ideología marxista-leninista, fundando una nueva religión en la que él sea Dios  supremo?
Se ha mencionado, extraoficialmente, que otro de los sueños del presidente es ser designado “obispo, por sus conocimientos bíblicos”.
Mientras el presidente prepara su incursión en el mundo religioso se acentúa en toda la nación la falta de gobierno, la sensación de incertidumbre sigue haciendo mella y el venezolano sucumbe ante la depresión, la desesperanza, la inercia y la incredulidad.